
TODOS LOS JUEVES DE NOVIEMBRE 20:30
TEATRO TESEO
Ronda de Segovia, 61 – Metro Puerta de Toledo
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NOTAS DEL DIRECTOR
Escuchamos Frida y puede ser una flor, un entrecejo. Puede ser dolor. Qué capacidad la de ella de definirse tan bien…
Escuchamos Antífrida y podemos pensar en Anti- como algo en contra o en una mezcla de Antígona y Frida. No vamos mal. Pero no es tan fácil de aclarar…
En escena hay una mujer de 40 años que se llama Frida, pero todo ocurre hoy. Su marido se llama Diego, su amante Trotsky y su hermana Cristina. Qué casualidad, como aquella otra Frida.
Sin poder evitarlo las asociaciones se disparan, el amor obsesivo y romántico, y sobre todo la desigualdad de género en el lenguaje en un aspecto tan claro como el del adulterio: a ella se le llama guarra como inmoral y a él no porque si quisiéramos aplicar criterios de moralidad en algo así, la palabra guarro solo nos ofrece poder hablar de higiene, de limpieza…
Frida es mexicana, emocional a solas, racional en compañía. Adúltera.
Diego está deprimido y es fármaco-dependiente.
Cristina es rígida, moral, envidiosa. Correcta de cara a la galería.
León es un narco, pero honesto, sincero, empático.
El Bien y el Mal se contraponen en esta antiópera basada en la obra “El narco negocia con Dios” de la dramaturga mexicana Sabina Berman. Los que parecen malos quizás no los son tanto, los buenos quizás se quitan la careta.
Es una obra de transiciones, de locura, de clichés. Una mezcla continua de lo profundo y sagrado con lo frívolo y cómico. Una tragedia en toda regla con la que intentar reír es posible si nos gusta el humor negro.
Antífrida es una mujer universal que está cansada de ser manoseada, de verse en camisetas y cojines y ha venido a cantarnos las 40, al cumplir los 40.
¿Qué nos pasa al escuchar la palabra guarra y por qué no tiene equivalencia en masculino?
¿Qué nos queda de la Frida original y su dolor?